¿Cuánto estaríamos dispuestos a pagar por un seguro de riesgo que nos incluyera los efectos del cambio climático y los incrementos del precio del petróleo? Con un precio de 8,5 c€ el kWh, la energía eólica española es un dos por uno imbatible: reduce la dependencia energética y las emisiones de CO2. Y trae como bonificación extra por haber sido de los primeros en apostar por ella una industria exportadora de tecnología. ¿Alguien da más?
Veamos por qué creo que es una energía fundamental para el futuro de nuestra sociedad: la vida en la tierra tal como la conocemos no sería posible sin el agua en sus diferentes estados físicos, ni sin el CO2 ni el oxígeno, todos elementos básicos para explicar el porqué nuestro planeta no es como la luna. En este verano de 2012, se está empezando a vislumbrar un futuro en el que el estado de nuestra atmósfera y de los elementos que contiene pueden afectar de forma sustancial a nuestro planeta convirtiéndolo en un lugar muy diferente al que hemos conocido hasta ahora.
En los modelos de evolución del clima de la península para el último cuarto de este siglo elaborados hace unos años se hablaba de temperaturas en verano que podían aumentar hasta 4ºC respecto a lo que estábamos acostumbrados (digo estábamos porque ya nos hemos hecho a que 40º C sean algo normal). También se avisaba de menores precipitaciones y periodos más largos de sequía unidos a olas de calor. Una de las principales causas de preocupación de los climatólogos es la posibilidad de periodos cada vez más largos de situaciones de “bloqueo climático”, en los que determinados patrones atmosféricos tenderían a durar mucho más de lo que ha sido normal hasta ahora.
Pero ya ahora, tras el paréntesis de 2010, que fue un año extraordinariamente ventoso y rico en lluvias en casi toda la península, 2011 fue el año más cálido de la serie histórica de la AEMET, y 2012, uno de los más secos (el invierno pasado fue el más seco desde 1947). ¿Temperaturas récord y lluvias en mínimos? ¿Bloqueo climático? ¿Acabará afectando esta situación a aquellas tecnologías energéticas que necesitan gran cantidad de agua para su funcionamiento?
Al mismo tiempo, desde el Ártico nos llega la noticia de que ya se ha batido un nuevo record histórico de deshielo de su superficie y eso que aún faltan dos semanas para las fechas en las que se suele alcanzar la máxima extensión de superficie del mar sin hielo.
Por otro lado, EEUU ha vivido un verano de temperaturas abrasadoras, con gigantescos incendios forestales (desgraciadamente nosotros también los hemos sufrido), un nuevo record de temperatura media nacional para los últimos 12 meses consecutivos y el 55% del país bajo los efectos de la peor sequía de los últimos 50 años. Esto ha afectado a las predicciones sobre la cosecha de cereales de este año, que en julio ya habían aumentado sus precios en un 10%, lo que ha llevado a que en agosto el Banco Mundial haya lanzado la alarma sobre las hambrunas que puede causar el incremento de los precios de los productos agrícolas.
Reino Unido también ha batido un nuevo record y no sólo en el medallero olímpico: este verano ha llovido más que nunca en los últimos 100 años, lo cual ha provocado inundaciones en varias zonas del país. Inundaciones que se han dado a lo largo del año en muchos puntos del planeta, como Perú, Rusia, Myanmar, China o Corea del Norte, dejando a millones de desplazados.
Por eso es bueno recordar que había tres razones por las que a partir de los años 90 se empezaron a promover, especialmente en Europa – España incluida-, las energías renovables:
– Para reducir la dependencia energética, que desvía recursos económicos hacía los países productores de combustibles fósiles, imposibilitando su uso en crear prosperidad y empleo en nuestro país.
– Para mitigar los efectos del cambio climático, causado principalmente por el CO2 que contienen los combustibles fósiles, y no traspasar el umbral de 2ºC de aumento de temperatura global que nos llevaría a escenarios climáticos muy perjudiciales para todo el planeta. También reducir la contaminación convencional local.
– Para reducir la utilización de recursos finitos y dejar a futuras generaciones un planeta que les permita también a ellas un desarrollo sostenible.
Estas tres razones de peso parecen haber sido puestas de lado en las justificaciones que se aducen para paralizar el desarrollo de la energía eólica. Cuando en contra lo único que se argumenta es que es cara. ¿A 8,5 c€ (primas incluidas) el kWh es caro? En el debate energético, tenemos que volver a poner en la balanza algo más que la simple comparativa entre lo que cuesta un kWh generado con el viento en España, con tecnología e industria propia, y lo que implica mantener el “status quo” energético, incluso penalizando a la eólica con impuestos discriminatorios, poniendo así en riesgo todo su desarrollo hasta ahora y su futuro.
Por Heikki Willstedt, director de Políticas Energéticas de AEE
04/09/2012
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